
La fuerza de trabajo cráneosacral a menudo se centra en el encuentro con la quietud. Sin embargo existe una paradoja: el cuerpo a menudo quiere moverse o contraerse. En un espacio seguro se pueden producir unas liberaciones (temblores, contracciones, descargas ect) que pueden completar patrones de acciones que, en el pasado, no se expresaron.
La descarga neurogénica que se produce tras el episodio estresante tiene la función de restablecer el equilibrio neurofisiológico del organismo. También en los seres humanos, este temblor permite «resetear» la tensión neuromuscular para aliviar la tensión muscular crónica de una manera sencilla e indolora.
Observar y experimentar el temblor terapéutico autoinducido es de gran ayuda para comprender cómo apoyar los movimientos ocultos e involuntarios en el trabajo craneal. Dejar y permitir con confianza que el cliente se mueva y se agite para cambiar los patrones de los bloques defensivos que se forman en cascada. Esto nos permite con gran sorpresa un acceso más fácil a la quietud.